viernes, 8 de octubre de 2010

EL PELIRROJO DE CYRULNIK ME PUSO A CAVILAR.

Estoy leyendo por éstos días nuevamente el libro Los Patitos feos de Boris Cyrulnik y la historia del pelirrojo de 15 años cuyos comportamientos parecían sorprendentes, de carácter muy suave y a la vez muy fuerte, de discurso coherente y buen estudiante; me ha puesto a cavilar, por lo que quiero compartirla con ustedes:
"El joven vivía en una casa con 2 habitaciones...en la primera, su abuela moría lentamente, víctima de un cáncer. En la segunda, su padre alcohólico vivía con un perro. El pequeño pelirrojo se levantaba muy temprano, limpiaba la casa, preparaba la comida del medio día y se marchaba después al colegio, lugar en el que era un buen alumno, aunque muy solitario....Por la tarde, hacía la compra, sin olvidar el vino, fregaba las dos habitaciones, en las que el padre y el perro habían causado no pocos estragos, comprobaba los medicamentos, daba de comer a su pequeña tropa y , ya de noche, al regresar a la calma, se permitía un instante de felicidad: se ponía a estudiar.
Un día, un compañero de clase le compartió que un profesor enseñaba una exótica lengua...El jovencito pelirrojo volvió a casa, a sus dos cochanbrosas habitaciones, atónito, pasmado de felicidad. Era la primera vez en su vida que alguien le hablaba amistosamente y hablaba de algo interesante...lejos de las pruebas que saturaban su vida cotidiana.... Aquella conversación fue como un instante sagrado capaz de hacer surgir en la historia personal un antes y un después. Y el sentimiento era tanto más agudo cuando el hecho de disfrutar una relación intelectual no solo había representando para él la ocasión amistosa sino, que había puesto una posibilidad de escapar al constante horror que le rodeaba.
Pocas semanas antes de los exámenes finales de bachillerato, el chico pelirrojo le dijo a Cyrulnik: - si tengo la desgracia de aprobar, no podré abandonar a mi padre, a mi abuela y a mi perro -.
Entonces, el destino hizo gala de una ironía cruel: el perro se escapó, el padre le siguió tambaleándose, fue atropellado por un coche, y la abuela moribunda se apagó definitivamente en el hospital.
Liberado in extremis de sus ataduras familiares, el joven pelirrojo hoy en día es un brillante estudiante de lenguas orientales...pero, si el perro no se hubiese escapado, el muchacho habría aprobado el bachillerato a su pesar y, no atreviéndose a abandonar su miserable familia, habría elegido un oficio cualquiera para quedarse junto a ellos... " (¿?)
Siempre he creído que no hay historias iguales, aun cuando la historia misma pareciera ser cíclica; las vinculaciones y sus aportes a los recursos emocionales de cada ser humano desde los primeros años (los más significativos), hacen que cada historia sea afrontada contradictoriamente entre unos y otros. Ello impregnado a la genética misma (temperamento entre otros agregados orgánicos) y a las nuevas interacciones (emocionalmente importantes) aportan u ocasionan daños para afrontar los entornos y situaciones vividas.
Cuán importante es el rol de una madre, de un padre y seres emocionalmente significativos. Hacemos víctimas a nuestros infantes de nuestras desgracias. ¿Será que solo la muerte los libera de tan penosa carga? ¿Podrán ellos ser tan valientes para afrontar su propia historia? o ¿estarán penosamente anclados a los yugos de quien dice amarlos?

3 comentarios:

✙Eurice✙ dijo...

Interesante...
No he leido nada de Cyrulnik,
Gracias por tu obsequio ;)
Abrazos

Ileana Medina dijo...

¿SAbes que tengo ese libro en pdf desde hace tiempo y no he encontrado ocasión de comenzar a leerlo?

Los sabios dicen que liberarse de los progenitores (y ´más aún de esa clase de progenitores) es fundamental para lograr ser feliz.

Estremecedora y aleccionadora historia. Gracias!!!

oliva dijo...

La historia del chico pelirrojo tremenda y muy dura, no conocía al autor, Boris Cyrulnik.

Es cierto, en nuestras decisiones estamos condicionados por las personas que conviven con nosotros y con el tiempo, ese pesar se lamenta. Estudié una carrera diferente porque conocí al que ahora es mi pareja y no quería salir fuera de mi ciudad, por tanto, siempre me ha quedado la duda de pensar: si hubiera estudiado la otra carrera qué sería de mi vida? seguro que sería totalmente diferente. Supongo que también los hijos están supeditados a las circunstancias de cada ocasión y momento.

Buena reflexión.

saludos.