martes, 13 de abril de 2010

"LOS HIJOS DE EL"..."LOS HIJOS DE ELLA"..."NUESTROS HIJOS"...

La familia, su concepto y su composición ha cambiado mucho en los últimos años. Hoy se habla de familias reconstituidas refiriéndose a aquella formada por una pareja adulta en la que al menos uno de los cónyuges tiene un hijo de la relación anterior.
En éstas familias podemos encontrar:
-las familias provenientes de un divorcio o separación, en la cual uno de los cónyuges tiene hijos previos.
-las familias provenientes de un divorcio o separación, en la cual los dos cónyuges tienen hijos previos. Uno de los miembros de la pareja pudo estar casado y el otro puede haber tenido un hijo como padre/madre soltera.
-El divorciado/a que tiene hijos y su ex pareja se vuelve a emparejar.
-La viuda o el viudo que se vuelve a emparejar.
Quiero cavilar sobre las familias reconstituidas por separación en donde generalmente la inmadurez emocional y los conflictos internos individuales son uno de los factores que precipitan tales rupturas. En el caso de la viudez, la separación se presenta de forma real y definitiva; y aunque la madurez emocional NO esta relacionada al estado civil, en esta entrada imaginaré que el viudo o viuda logró una sana convivencia con su pareja; pero puede enfrentarse a una nueva familia con aspectos que aquí le conciernen.

La inmadurez emocional genera vinculaciones sentimentales y pasionales tormentosas, dolorosas y traumáticas que finalizan dejando huellas en nuestra mente y corazón. Sin conocernos pretendemos conocer a otros, sin amarnos pretendemos amar a otros, sin dar pretendemos recibir de otros; y ésto genera conflicto, dolor y dificultades en nuestras relaciones.

Por ello, es tan importante iniciar el camino del autoconocimiento y la solidez de una autoestima que nos permita vivir gratamente no esperando que sea el "otro" que nos llene de felicidad. Reconocer lo que nos satisface y nos conduce a la autorealización, compartiendo con el "otro" ésta alegría, SIN renunciar a ella. El o ella también compartirá sus satisfacciones y gozaremos una vida en pareja que nutra y llene de buenos momentos el estar uno al lado del otro.
Sin embargo, esta incompetencia para amar-nos, en ocasiones genera pérdidas y/o separaciones que no solo se graban en un doloroso recuerdo, sino que germinan y se desplazan a hijos e hijas que llevan sin culpa dicha historia emocional. Ahora bien, en ocasiones, sin elaborar y comprender el conflicto interno que nos lleva al fracaso de la relación afectiva; nos involucramos en otra relación, involucrando también a los "hijos propios", y los "hijos del otro", y procreando sin medida y sin consciencia "los hijos de los dos" .
¡Que caos! ¡No has podido solucionar tu conflicto y mira que rollo vives ahora! Probablemente dices: "Los hijos de él son terribles, joden a los mios", "los hijos de ella le pegan a los mios" y proyectas la responsabilidad en los pequeños cuando son los adultos quienes deben detenerse, revisarse individualmente y como pareja.
EL PRINCIPIO. Al terminar una relación lo prudente es darse el tiempo para aceptar, comprender y elaborar la pérdida y la frustración; si hay hijos compartir momentos con ellos es sano, teniendo en cuenta que la ruptura no solo te afecta a ti, sino a ellos. Buscar ayuda psicoterapeutica también es preciso, más si la relación afectó tu autoestima y te sientes desvalorizado/a; si la ira, deseos de venganza y agresión se apoderan de ti por aquello del ego herido y humillado. Establecer una nueva relación en estas condiciones es volver - como dicen - a "iniciar con el pie izquierdo".

DIALOGO CLARO. Establecer una nueva relación cuando se tienen hijos de una relación anterior implica sentarse a dialogar claro sobre las expectativas que se tienen con respecto a la relación y la vinculación con el o los menores hijos que se cobijaran en la nueva familia. El refrán conocido "el que quiere a la gallina, quiere a los pollitos" no siempre es real. El dialogo claro y preciso, iluminará el camino a recorrerse. Lo importante es que el Reflejo del amor y compromiso de pareja alcance y sobrecoja a los hijos de ambos cónyuges.

DEFINIR RESPONSABILIDADES. En las familias convencionales están claras las obligaciones conyugales y parentales, mientras que en las familias reconstituidas éstas no corresponden en exclusiva a la nueva pareja sino que, puede haber otra persona con obligaciones y derechos parentales. Es necesario, definir tales responsabilidades y si es necesario, acudir a instancias judiciales que aseguren y delimiten tales obligaciones en beneficio de la tranquilidad y economía de la nueva familia.
LOS MENORES TAMBIÉN SIENTEN. Cuando un menor vive la separación de sus padres también sufre el dolor emocional que trae la pérdida y en ocasiones, la culpa. Por ello, es indispensable tenerles en cuenta y participarles de las decisiones que se tomen. En las familias reconstituidas los cambios se presentan rápidamente y los niños no están preparados para aceptarlos y adaptarse a las nuevas situaciones. Por ejemplo, Miguel de 3 años había pasado de ser hijo único con una relación estrecha con su madre, a compartirla con su novio, quien fuera su esposo y con su hermanastro de 5 años, mudarse de casa y cambiarse de colegio. Esta continua transición le generó agresividad y bajo aprovechamiento escolar.

INTEGRACION SIN DISCRIMINACION. Roberto Pereira expone en éste documento que en las familias convencionales los miembros pertenecen a un solo sistema familiar (familia nuclear), que tiene unos limites bien definidos, se sabe a quién incluye y a quién excluye; la familia reconstituida tienen un limite impreciso, la condición de miembro no está claramente definida, las fronteras son biológica, legal y geográficamente difusas.

Ante ésto, aludo a la importancia de la madurez emocional para respetar la integridad del niño que involucrado en estas disfuncionalidades lucha por pertenecer, ser reconocido y amado como ser humano. No importa si es hijo de él, de ella o de ambos,debe tener un lugar, ser pertenecido, amado y jamás discriminado.

CUANDO HAY HIJOS MAYORES. No siempre hay respeto ni aceptación por las decisiones de los progenitores que en su libertad de decidir, independientemente de sus equivocaciones, se separan y se alejan de un hogar, para posteriormente constituir una nueva familia. Esta nueva familia reconstituida se merece un espacio sin intervenciones, maquinaciones o venganzas. Es sano guardar las distancias y establecer relaciones de respeto, si las hay, entre los adultos provenientes de las familias de los cónyuges.

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